Foto por T R A V E L E R G E E K / Unsplash

Un amigo sincero no hace desaparecer nuestros problemas; más bien, no desaparece cuando tenemos problemas. Eso es lo que experimenté con mi amigo Pierre. Por eso no es fácil emocionalmente perder esa solidaridad, la ruptura de un auténtico canal de alegría y esperanza.

Intelectualmente, él y yo intentamos seguir los pasos de algunos de nuestros predecesores, como el filósofo judío Spinoza, el psicólogo protestante Carl Jung y muchas otras personas igualmente inspiradoras.

Buscábamos estructurar y proporcionar un marco para una espiritualidad multicultural que fuera humanamente universal, pero pre-teológica. Aspirábamos a un método que no estuviera definido por una serie de reglas a seguir por una mentalidad agobiante, sino por un marco que pudiera fomentar la colaboración creativa entre todos los seres humanos sin excepción. Nuestro objetivo era disponer de un modelo de espiritualidad liberadora que acabara conduciéndonos hacia un cierto Omega universal, tal y como lo concibió el jesuita Pierre Theilhard de Chardin[1].

Pierre y yo nunca firmábamos textos juntos[2] sin antes sentirlos, experimentarlos y hacerlos nuestros. ¡Nuestros encuentros eran una fuente de fuerza interior!

“Sin un amigo”, decía Aristóteles, “nadie elegiría vivir”. Ya sea que nuestra amistad nazca como amor a primera vista o florezca con el tiempo, siempre nos construye y nos transforma a pesar de todo. Misterioso y lleno de paradojas, este vínculo fortalece nuestra alma, nuestro espíritu. Aunque a veces nuestras mentes divergían, nos respetábamos y siempre terminábamos nuestros textos de común acuerdo. Ambos fuimos, y seguiremos siendo, un faro luminoso en medio de las tormentas de nuestras vidas.

Ciertamente sigue iluminándome, incluso a pesar de la muerte.

Intentábamos, con el mayor discernimiento y honestidad posibles, resolver las complejidades de nuestras almas y nuestras vidas. Cuanto más pensábamos en ello, más nos dábamos cuenta de que nuestros cuerpos, con la ayuda de la ciencia, aumentaban constantemente su esperanza de vida. A través del fruto de nuestras experiencias, nos dimos cuenta de que nuestra alma parecía estar disminuyendo, convirtiéndose en pequeñas chispas de una magnífica estrella en el firmamento de nuestro Universo.

En el contexto de un mundo convulsionado, cada vez más institucionalizado, en busca de sentido y de nuevos puntos de referencia que sólo vendrían del exterior y no del interior, habíamos encontrado un motivo importante para reflexionar sobre la quintaesencia de nuestra verdadera identidad, algo que Pierre y yo nunca hemos dejado de hacer.

Para nosotros, la muerte era como el fin del mundo y el fin de la humanidad que reside en todos nosotros, sin excepción. De hecho, a través de nuestros genes, demostramos que somos un resumen de la historia de la humanidad y el fruto de un inmenso crisol de ideas.

La pérdida de mi cosignatario y amigo Pierre Brûlé representa una gran parte de la humanidad que ha sido transportada a otra dimensión; el cosmos entero está en otra parte.

Sin embargo, si la “confianza” está en lo cierto, y sobre todo si la “razón” lo aprueba, este “otro lugar” es un lugar sin espacio ni tiempo, y por tanto el difunto tiene acceso a toda la humanidad, de principio a fin.

Finalmente, mi buen amigo Pierre se está dando cuenta, comprendiendo, confirmando y aceptando lo que el Humano tenía que decirle. Desde este “otro lugar” donde reside ahora, tiene la oportunidad de experimentar eternamente la alegría y la paz tan anheladas aquí en la tierra.

Por favor, ilumínanos a tu vez, mi querido amigo Pierre.

Tu amigo eterno,

Denis

Notas :

[1] El Punto omega es un término para describir el punto más alto de la evolución de la consciencia, considerándolo como el fin último de la misma. (Wikipédia)

[2] Son coautores del libro Se voir autrement. La conscience et son pouvoir (disponible en librerías y en la Fundación), así como de artículos en este blog como “Una Vida después de la vida”, “Idealismo y realismo” y “El valor de la diferencia”, entre otros.

ACERCA DE DENIS GAUTHIER

Empresario, exjesuita y de ascendencia amerindia, herencia de la que se siente especialmente orgulloso, Denis es un universo en sí mismo. Un universo que explora con paciencia y determinación, sembrando las semillas de proyectos movilizadores y amistades leales. Amante de la naturaleza y apasionado del ser humano, sabe convencer y destaca en el arte de rodearse de personas motivadas y creativas que le apoyan y siguen.

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